catharsis

el martes vi «50/50», esta película de joseph gordon levitt que es casi casi que una tragicomedia. a él le diagnostican cáncer, la quimio no funciona y lo tienen que operar. sus chances son 50/50. el cuento es a propósito de una de las escenas previas a la operación donde él, que no sabe manejar, decide tomar el volante del auto de su mejor amigo que, para acompañarlo en la ansiedad previa a la entrar al quirófano, no tuvo mejor idea que mamarse hasta las patas. por supuesto que se le da por acelerar, derrapar y tanto más. pero la parte más interesante es cuando frena de golpe, empuja a golpes a su amigo para que salga del auto y se queda solo. ahí en la contención de lo hermético grita como si de verdad no aguantara más. grita todo lo que no gritó durante la película. grita desde las entrañas.

durante años, en esos momentos en los cuales el llanto no era consuelo, mi mejor catarisis era agarrar el auto de la casa de mis padres, manejar, manejar, manejar y cuando me sentia segura, cuando sentía que nadie me escuchaba, que nadie iba a venir a preguntarme qué me pasaba, gritaba con el alma. y ahí, solo ahí, me sentía un poquito mejor.

ahora que no vivo más con mis padres a veces extraño esa libertad. esa sensación de poder descargar, pero descargar de verdad. porque si hay algo que nos enseña vivir en apartamentos o incluso en barrios donde las casas están muy pegadas es que la intimidad no existe y que, a diario, escuchamos la vida de los otros. tengo la esperanza de que si algún día se me da por gritar con rabia entre las cuatro paredes de mi casa venga algún vecino a preguntarme si estoy bien. simplemente para tener la certeza de que si un día me entran a robar alguien me va a venir a socorrer, pero gritar en pocitos no es una opción. no si uno pretende que los demás crean que una está mínimamente cuerda.

por eso ahora y aunque sea mucho menos catártico cuando necesito descargar tengo otras opciones, mucho menos dramáticas e interesantes, por supuesto.

la primera es comerme una caja de bombones entera y no sentir culpa. dentro de esa misma opción está la de trasladarme unas cuadras y comprar el mejor yoyo de la ciudad que, los descubrí el domingo, es el de carrera. siguiendo en la misma opción y si son las 3 de la mañana arranco para el paquín o la estación de servicio a por un milka triple de dulce de leche o, depende de mi necesidad, una tableta de chocolate, por lo general, también milka. si la cuestión viene de presión baja y ganas de nada coca común con mucho limón y mucho hielo. si, en cambio, es fundamental dormir rápido una buena caipiroska del lugar más cercano.

la segunda es tan pero tan decadente que hasta me da vergüenza: limpio. arranco por el baño, sigo con la aspiradora y después le doy con ganas a la cocina. juro que jamás pensé que limpiar pudiera ser tan catártico, es como que al limpiar la mugre de la casa estás limpiando la tuya propia y por unas horas todo se va. está bueno y, a veces, me recuerda que tengo 30 y un poco he madurado.

2 comentarios sobre “catharsis

  1. no importa qué, ni como, todo sirve, lo importante es hacer esa catarsis imperiosa y fundamental para seguir estando cuerda….. porque aunque no lo creas, estás muy cuerda

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